Su nombre completo es Carlos Machado, tiene 50 años y es todo un sexsymbol. Pero este enanito no es solo una cara bonita sino que su trabajo principal es de administrativo en la municipalidad de Merlo, en Buenos Aires. Solo trabaja de stripper porque le divierte, lo toma como un hobby y le aumenta el ego.
Las personas que adquieren sus servicios son casi siempre profesionales y doctoras, por lo general separadas, aunque también lo hacen las de 20 que cuando lo intentan tocar se hace el gato (¿?), según lo que él mismo cuenta. «Como que me acerco y me alejo, me gusta sentirme deseado. Cuando bailo sensual y las mujeres gritan por mi me siento un Goliat»
Baila generalmente en discotecas en Chile y Argentina, pero prefiere los shows privados porque se gana más. Dice que las mujeres lo buscan porque quieren comprobar porque quieren comprobar el mito de que los enanos están bien dotados. Le ponen los teléfonos en la zunga y le piden noches juntos; una vez, según cuenta, fue con unas mujeres a la casa y se le abalanzaron antes de que pudiera sacarse el pantalón.
El divo tiene algunos secretos escondidos. «Yo estoy conforme con lo mío, pero para no defraudarlas, al principio me ponía una banana escondida, aunque era un poquito incómodo», aseguró.
«Mi hija dice que soy un viejo verde»
Carlitos tiene una hija de 23 años, Marisol (de estatura normal), que al principio le dio un poco de impresión cuando vio fotos de su padre semidesnudo, pero ahora lo comprende y lo ayuda con su vestimenta (ella misma le hace las zungas). Además confiesa que algunas amigas ven los shows de su padre.
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