Cuando muere una persona famosa, sus posesiones se convierten, casi inmediatamente, en objetos de culto. Algunos de ellos, incluso, arrastran una leyenda negra que los persigue siempre. Es lo que sucedió con el coche de James Dean, el Pequeño Bastardo, como lo apodó un amigo del actor. Este Porsche 550 Spyder fue un coche maldito durante toda su existencia. Se cuenta incluso que el actor Alec Guinness había advertido a Dean: «Ese coche tiene algo de siniestro«.
El 30 de septiembre de 1955, el actor conducía su coche camino de una carrera. Cuando iba por la carretera, un joven que conducía un Ford se le acercó a gran velocidad en un cruce y chocó contra él. Dean murió en ese mismo instante al romperse el cuello en el accidente.
A partir de entonces, al coche se le atribuyeron algunos accidentes que ayudaron a forjar su leyenda negra. Así, durante el traslado del Porsche 550 Spyder, el conductor del camión que lo llevaba murió al ser aplastado por el propio vehículo.
El coche fue vendido a un mecánico que reparaba automóviles (aunque viendo el estado en el que quedó no sabemos muy bien qué iba a arreglar). Cuando el Pequeño Bastardo llegó al taller, cayó al suelo con tan mala suerte que uno de sus mecánicos se rompió las piernas. Asustado, el mecánico decidió que el Porsche se iba al desguace de cabeza. Allí, las piezas que se podían aprovechar se vendieron a distintos compradores que tuvieron tristes destinos…
El comprador del motor falleció en una carrera mismo día que lo estrenaba. Otra persona compró las ruedas y se dice que también tuvo un accidente: la dos se rompieron a la vez. Por último, el que compró la transmisión sufrió un accidente con graves secuelas.
Lo cierto es que no son más que coincidencias, pero los supersticiosos dirían que ese Pequeño Bastardo estaba embrujado desde su construcción…