Muchos adolescentes pasan sus horas libres jugando a los denominados como juegos de rol. Muchas personas tienen un concepto negativo de ellos, ya que, por desgracia, cuando ha ocurrido algún caso trágico en el que se han involucrado estos juegos siempre se ha aireado mucho este tema. Lo primero que tiene que quedarnos claro es que no son peligrosos en absoluto y que las noticias en las que algún jugador ha matado a otro no tienen que ver con las características del juego y sí con la mente de esa persona.
Las personas que no conocen de cerca este tipo de diversión suelen pensar que son cosas de «frikones«, de gente siniestra que viste de negro e incluso gente que no tiene vida social (os sorprendería la cantidad de tópicos que se escuchan). Sin embargo, lejos de aislar a los jugadores, contribuyen al desarrollo de la imaginación y las capacidades narrativas de las personas. Los jugadores tienen que ser capaces de desarrollar en su mente las historias y desenvolver rapidamente las situaciones que se les plantean.
Al fin y al cabo, los juegos de rol no son más que partidas interpretativas en las que una persona hace el papel de narrador/master (dependiendo del juego hay quienes lo prefieren llamar de una manera u otra) y otros son los jugadores que con sus diálogos y acciones contribuyen a crear el grueso de la historia. Este tipo de diversión es una caracterísica casi innata de las personas, como señalaba Arturo Pérez-Reverte en este artículo llamado Homo Ludens.
Lo bueno de este tipo de juegos es que gracias a su naturaleza colectiva, nada está prefijado y las situaciones pueden variar según las decisiones de todos los jugadores. ¿No te apasionaría jugar a algo en lo que tú tienes el control sobre los actos y que puede ayudarte a vivir aventuras maravillosas?