Tus reflejos, si están bien entrenados y eres avispado, seguro que te han salvado la vida más de una vez. Una caída tonta donde has conseguido agarrarte antes de hacerte daño, un golpe que has evitado por agacharte o cualquier otra cosa parecida son pequeños sustos que nos hemos dado y que al final hemos acabado sanos y salvos por nuestros reflejos.
Y es que lo que no hagan ellos… Si no, que se lo digan a este joven que, gracias a sus reflejos, sigue vivo.