Un mal examen

Ya sabes que hay días malos y otros que bueno, podrían ser mejores. En el caso de los niños, los días de exámenes son de lo peor porque uno se juega superar un tema, o una evaluación, y es algo que sin duda no les gusta nada de nada. Menos si no han estudiando o no tienen nada claro lo que van a poner.

Pero claro, si encima las preguntas que les ponen pueden ser contradictorias o interpretarse de formas muy diferentes, ¿qué se quiere que se haga entonces? Porque uno contesta de buena fe, no por ser un chulito, o al menos es lo que se pretende.

Un ejemplo lo tenemos en esta imagen que corresponde a un examen. En él le hacen tres preguntas y una de ellas es la que más me ha gustado. Cuando le preguntan que halle x. A decir verdad no le dicen que diga el valor sino que lo encuentre, si tienes en cuenta un sinónimo de hallar. Y el pobre niño lo hace, así que para él el examen, en esa pregunta, fue muy fácil.

Las otras preguntas tampoco se quedan atrás. Cuando le preguntan los estados de México… ¿quién le iba a decir al niño que no se referían al clima? Lluvioso es un estado climatológico, ¿o no? Supongo que ahí había que especificar mucho más las cosas.

O en la pregunta de mencionar cuatro tipos de ángulos. ¿Quién le iba a decir que tenía que decir sus nombres? El solo especificó dónde estaban los ángulos, pero nadie le había dicho que esos ángulos debía decir cómo se llamaban.

Por supuesto, el niño suspendería, es obvio, pero el examen desde luego te deja con una sonrisa que uno no sabe bien cómo tomárselo.

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