Quién no ha jugado alguna vez al ingenioso juego de line rider, ese en el que un hombrecillo con su diminuto trineo tiene que recorrer las líneas que nosotros, hábiles y duchos en el arte de dibujar con el ratón, hemos plasmado por toda la pantalla.
La mayoría de las veces empezamos haciendo una cuesta infinita para terminar estampando el trineo y su piloto contra un suelo que previamente habíamos creado con alevosía y muy mala intención, pero dejando de lado toda esa rabia contenida que plasmamos en el juego, algunos se dedican a hacer auténticas obras de arte, lienzos de ingeniería fina por donde el personaje interactivo se desliza por montañas y rampas, pero con algo más de gracia que nuestros simples garabatos en la pantalla.
Me dejo de verborrea y atentos al vídeo.