Supongo que casi todos habremos pasado por esto, al menos los que fuimos a la Universidad y tuvimos que prepararnos para unos exámenes que significaban aprobar o no aprobar la asignatura, el cuatrimestre, mantener la beca si estudiábamos con beca (y ahora que las carreras han subido es algo imprescindible si quieres que alguien pague la matrícula) y demás.
Pero, ¿cómo es un universitario os días antes de un examen? Esos días en los que las clases se cortan para no molestar a los alumnos y que éstos se pongan a estudiar (al menos eso pasaba cuando yo estaba en la carrera, las clases se cortaban a mediados de enero y no se retomaban hasta finales de febrero o en marzo).
El caso es que un universitario esos días previos parece un zombie. En lo único que puede pensar es en una cosa: los apuntes que tenga en ese momento. Cualquier conversación que hagas con él siempre se desvía, no sabes cómo, a comparar la vida real con la de los apuntes, como si eso le hiciera recordar todos los datos que ha de memorizar.
Es una persona que irá siempre en pijama, es la única forma de no salir corriendo a la calle huyendo de los apuntes, así al menos sabemos que todavía conserva el sentido del ridícula, que ya es algo.
Para saber si está vivo o muerto no vale llamarlo por teléfono, estará desconectado. Tampoco le mandes un mail o lo esperes en el chat, no aparecerá porque el ordenador lo ha desconectado (además, de desmontado, quitándole todo y escondiendo cada parte en un sitio diferente, para darse pereza de montarlo y así seguir estudiando).
Durante ese tiempo solo los apuntes y él son su vida, una lucha interna entre ambos por ver quién ganar. Y el día del examen… ¿Recuerdas el sentimiento cuando hay algo que te hace mucha ilusión y por fin lo tienes? Pues sea cual sea el resultado del examen, así se siente. Porque ya vuelve a ser una persona.
Como ves, la época de exámenes es muy mala para algunos.