Seguramente tendremos alguna persona cercana, de la cual hayamos notado veces más, veces menos, que suele llegar tarde prácticamente a cualquier encuentro que tenemos planeado. Pues bien, como se trata de un comportamiento común para algunos, los especialistas en el comportamiento sociológico y psicológico de las personas, han expresado sus puntos sobre las cuestiones que llevan a estas demoras concurrentes.
En primer lugar, una de las posibilidades ciertas para entender los retrasos de ciertas personas, tiene que ver con la baja autoestima que pueden llegar a presentar. Ellos pueden llegar a considerar que lo que aporten a la reunión no le interese demasiado a nadie, que sus opiniones son de baja calidad, y por eso prefieren tener un encuentro más bien breve con sus interlocutores.
De la misma forma, otra posible causa tiene que ver con haber sido dejado de lado en su vida personal, especialmente durante la niñez, y tampoco se descarta otra alternativa más común en estos tiempos, que tiene que ver sólo con agendar más compromisos de los que verdaderamente podemos llevar a cabo, lo que hace que desistamos de algunos de ellos, o los cumplamos fuera de horario.
Tampoco se pueden dejar de señalar otras causas, como por ejemplo el tratar de evitar en particular la actividad, o a la persona con la cual debe juntarse, de modo que no puede faltar, pero trata de establecer el contacto más corto posible. Pero también existen casos contrarios, en los que se ha detectado el comportamiento de personas que llegan tarde porque creen que todo el mundo estará esperándolos.
Perder la noción del tiempo puede ser otra causa para llegar siempre tarde. Esto suele sucederle a las personas que son adictas a su empleo, o a algún hobbie que tengan por fuera del mismo. Dentro del trabajo, y para finalizar, muchas veces llegar tarde tiene que ver con un desacuerdo imposible de expresar con otros compañeros, o nuestro jefe.