Entre todos los sitios que se hacen inhóspitos para la vida del ser humano, no existe ninguno tan terrible como el fondo del océano, por la sencilla razón de que allí no existe el oxígeno que permite la estabilidad y desarrollo de la vida. Sin embargo, a veces nos encontramos con casos que dejan atrás la ciencia ficción formando parte de la realidad.
Por ejemplo, recientemente hemos podido tener constancia de lo sucedido con Harrison Okene, un cocinero de barco, de 29 años, quien estaba a bordo de una embarcación que naufragó el 26 de mayo debido al fuerte oleaje del Atlántico, a unos 30 kilómetros de la costa de Nigeria. En situaciones normales, todos los tripulantes hubieran muerto, y aunque fue el caso de la mayoría de ellos, Okene tiene una nueva oportunidad de vida.
Es que inmediatamente notificadas del accidente, las autoridades recuperaron 10 cadáveres, mientras que otro miembro de la tripulación no fue hallado hasta ahora, pero entonces se buscaban las dos personas restantes, una de las cuales era nuestro protagonista principal, quien logró sobrevivir dos días atrapado en un agua a temperaturas bajísimas y respirar gracias a una burbuja de aire en un remolcador volcado en el océano.
“Estaba allí en el agua en total oscuridad pensando que era el final. Pensaba que el agua iba a llenar la habitación, pero no lo hizo. Tenía tanto hambre, pero sobre todo tanta sed”, indicó esta misma persona, señalando que de todos modos siempre tuvo la certeza de que debía hacer lo necesario para mantenerse con vida todo el tiempo necesario.
En cretona, los especialistas luego pudieron dar cuenta de que Okene sobrevivió respirando en una burbuja de aire de poco más de un metro mientras se hundía lentamente y el agua subía desde el techo del baño y el dormitorio adyacente, hasta que afortunadamente para el dos buzos sudafricanos lo encontraron vida.